Despertar, mirar por la ventana y ver esa mínima capa de nieve de la noche anterior dejando asomar un poco de pasto, y ver a la vez como sale el sol a través de los árboles.. es lo máximo.
Me encanta el invierno. Si, me vivo quejando del frío y sobre todo si me acompaña un varón (que excusa más buena), pero después de todo, me encanta. Imposible no profundizar en clima si de invierno estamos hablando, por que es la razón de que dicha estación sea tan genial. Salir y sentir esa brisa que parece agradable, pero que termina por configurar una especie de máscara de hielo que impide mover varios músculos de la cara; caminar amortiguado por la cantidad excesiva de calcetines (de polar, lana y chiporro) que se lleva; andar como pingüino para prevenir las caídas (y un posible bochorno, por que típico aparece el mino de tu vida en la otra vereda y te ve de poto en el suelo) a causa de la escarcha; para luego llegar a la casa y no poder abrir la puerta por tener las manos tan jodidamente congeladas que se vuelve imposible agarrar el manojo, y que aun imaginándote echada en el sillón tomando un tecito caliente logras sacar la fuerza suficiente como para girar la llave en la cerradura.. eso es invierno.
Cómo no me va a gustar el invierno entonces? Y eso que todavía no menciono todas las genialidades que acarrea la estación! (llámese nieve, monos de nieve, nieve con leche condensada, angelitos de nieve, etc.)
Pero para eso queda todo el mes, incluso más si se trata de Magallanes.
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